sábado, 7 de diciembre de 2013
Encontrar a alguien con el mismo desorden mental que tú, NO TIENE PRECIO
Cómo no pude darme cuenta de que perder por amor deja una sensación de victoria, y de que tocaba fondo con la esperanza de que tú estuvieses allí abajo, en el sótano de mi vida. Y nunca comprendí que se puede continuar después de los finales, aunque nada entonces tenga demasiado sentido. Nos intoxicamos hasta desarrollar distancia. Ojos tristes. Miradas que, de decir algo, sólo pedían auxilio. Pero es que no conocíamos otra cosa. Nadie vino nunca a enseñarnos otros caminos que no fuesen los de los precipicios, y esas cuestas, tan pendientes, por las que nos dejábamos caer las tardes de otoño. Rodábamos y rodábamos, clavándonos las piedras; los recuerdos, implorando que terminase el camino. O quizá tropezar con alguien, tan malherido como nosotros, y lamernos las heridas como hacen algunos animales. Porque me he encontrado a personas como yo, que no saben besar sin desnudarse, ni decir "te quiero" sin que se les quiebre la voz, esperando el golpe: el portazo. El adiós, ese que nunca se va del todo. Y le escribíamos poesía a todas esas cicatrices, intentando salvar algo de aquello que perdimos apostando por un ojalá con demasiados intereses. Siempre fuimos causas perdidas, cariño. O personas que se perdieron por una causa, a fin de cuentas creo que viene a ser lo mismo. Cerraré los ojos y abriré las manos, y me agarraré con fuerza a ese vacío que a lo mejor un día consigue no doler tanto. Sólo necesitaba una tregua. La comprensión en la mirada de otro. Va a resultar que no es que estemos perdidos, sino que nos encontramos hace tiempo, pero no nos gustó lo que hallamos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Veeeeenga, seguro que te encanta la entrada de hoy :D